martes, 24 de diciembre de 2013

Feliz Navidad

Espero lo lean todo...

México, D.F, 22 de Diciembre del 2006.

Recuerdo las Navidades de mi infancia, algo lejanas en el tiempo, pero sin duda alguna, nada lejanas para el corazón.

Recuerdo aquellas Navidades, sin arbolito ni pavo a las 12 de la noche, sólo una que otra lucesita encendiéndose y apagándose monótonamente junto a la ventana de mi habitación. Mis hermanos y yo, nunca esperábamos regalos ostentosos, sólo algún regalo pequeño que los vecinos o algunos familiares te daban, y eso nos iluminaba los ojos, pero sobre todo el corazón.

Era todo lo que la economía de papá podía comprar, mi mami con lo poco que tenía, nos preparaba un pequeño guisado que por ese solo hecho, era especial. 
Que bellos tiempos en que lo que nos unía, era el verdadero amor fraternal, y aún a la cálida luz de las velas, la alegría provocaba una hermosa lágrima en los ojos de mamá, agradeciendo a nuestro creador por darnos un año más.

¿Era necesario pedir algo más?

Algunas personas sufren, tristemente vemos que no es normal, ¿por qué habrá de haber tanta tristeza en el mundo?, ¿por qué la gente se olvida de lo más esencial?.

Veo mucha gente comprando cosas, preparando cenas, otros tristemente sin tener que cenar, pero en el fondo un vacío que no pueden llenar.

Desde hacía mucho tiempo atrás me preguntaba: ¿qué significa la Navidad?, ¿es sólo recibir regalos o hacer una cena de Navidad?, ¿es tener el más hermoso abrolito con muchas esferas o lucesitas brillantes?, ¿o hay algo más?.

Ahora estoy seguro: sé que sí lo hay.

En una extraña y lejana ciudad, un niño nos fue dado, heredero eterno príncipe de paz, él nos ha mostrado como deberíamos vivir y como debemos amar.

Él vino a vivir a la Tierra como un hombre mortal a establecer el verdadero reino de Dios. Durante su ministerio, él enseñó al hombre las leyes eternas, su glorioso evangelio, la verdadera adoración a Dios. Él bendijo a los enfermos, los ciegos vieron, los inválidos caminaron, los sordos escucharon y aún a la muerte venció, él vive y nos invita a vivir.

¿Cómo pues, hemos vivido, que hemos olvidado lo esencial?,
¿Cómo pues podremos vivir la verdadera Navidad?.

Las cosas más sublimes vienen del corazón; si buscan, encontrarán; si piden, recibiràn; sean humildes y el señor les bendecirá.

La verdadera Navidad la viviremos recordando a Jesús, si seguimos su espíritu, podremos sentirlo, podremos tenerlo como compañero, podremos entonces, olvidarnos del egoísmo, de la envidia, de la avaricia y de la maldad.

Podremos empezar sin temores una nueva y sincera forma de vivir, de tratar a los demás y de convivir; podremos usar la fuerza transformadora de la luz que vence toda oscuridad y penumbra.

Luego entonces nos olvidaremos de hacer una fiesta suntuosa para cambiarla por una fiesta espiritual en donde compartamos con familiares y amigos la verdadera esencia de la Navidad. Nos acordaremos de olvidar rencores, habremos de perdonar y aún daremos un abrazo lleno de amor y paz.

Podremos ver que la gente sufre y haremos cualquier cosa por hacer posible que al menos una familia pueda disfrutar lo que solos no podríamos alcanzar.

¿Qué más belleza se puede encontrar que la de ver una carita alegre y agradecida?.

Recordemos que:
El que alguien toque nuestra vida, es un privilegio.
Tocar la vida de alguien, es un honor.
Pero ayudar a que otros toquen sus propias vidas, es una fuerza muy poderosa que produce grandes beneficios al corazón.

Pongamos éste pensamiento en nuestro corazón y hagamos que ésta Navidad sea especial, acordémonos de los más humildes, demos amor a los demás.

Escuchemos el espíritu del Señor que habla a nuestro corazón y seamos ejemplo para los demás.

Se los comparto con un gran amor, y deseo que el Señor y el Universo llenen sus hogares con lo más sublime de sus bendiciones, alegría, amor y mucha paz.

¡Feliz Navidad!

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